Kíshkan surgió allá por el año 2016 de la mano de Maxi Russo. En ese momento, ya venía haciendo cervezas con amigos y apareció la posibilidad de pasar a otro nivel.
Tome la decisión y me la jugué, invertí en un equipo de 100 litros, de a poco me fue quedando chico. Recuerdo días donde con mi compañera realizábamos tres cocciones seguidas (14 hs) para sumar 300 litros en el departamento donde vivíamos. Una locura en ese momento.
Vivimos experiencias muy nutritivas, mucho aprendizaje, no fue sencillo pero tampoco imposible. Y de a poco se fue dando, comenzamos a venderle a bares, el boca en boca y nos pusimos a experimentar con muchos estilos que eran nuevos para nosotros. Y eso nos llevó a elaborar estilos muy particulares, con ingredientes poco conocidos, especialmente especias y hierbas y eso lo cambió todo. La cerveza artesanal es un mundo muy amplio si dejamos que la curiosidad nos tome.
Allá por el 2019 pasamos a un equipo de 650 lts finales y mas fermentadores. Un amigo, Pablo, nos contactó con una gran persona que nos acercó a las primeras barricas. Estas eran de ex-whisky, quedé volado sinceramente, y puse manos a la obra para elaborar la primera Barley Wine . Esto último fue un viaje sin retorno, un punto de inflexión realmente.
Pasaron muchas cosas desde ese momento hasta el día de hoy, apareció la posibilidad de migrar a un campo en la localidad del Durazno de Calamuchita, donde estamos armando nuestro hogar y futura fábrica orientada a un diseño mas amigable con la naturaleza. Rodeados de agua de vertientes y arroyos llenos de vida, el campo nos provee mucho de los ingredientes con los que hacemos nuestros juguetes.
Siempre lo digo, para mi Kíshkan es mi laboratorio, mi sala de juego, donde me permito equivocarme y experimentar sin limitaciones.